La nieve caída esta noche nos invita a visitar las ruinas del castillo de Santa Marta que se encuentra entre peñascos sobre el pueblo de Pancorbo.
Rodeados por el murallón rocoso nos vamos perdiendo entre las callejuelas ascendiendo hacia el castillo. Vemos indicadores junto a la oficina de información.
Ascendemos por las empinadas calles y nos desviamos
a la puerta de muralla medieval que aún se mantiene: Puerta de Santa Marta como
entrada al recinto del castillo.
Los restos de la antigua muralla nos envuelve dispuestos a
conocer este castillo que en el siglo IX-X fue enclave
de vigilancia cotizado por musulmanes y cristianos clave en la defensa de
Castilla. Aunque un ejército de sarracenos intentaron su conquista no lo consiguieron.
Pancorbo
era la vía natural de comunicación entre los pueblos del norte y la meseta
castellana. Frontera de los reinos de Navarra y
Castilla, disputado por ambos. Perteneció al Reino de Navarra con
la tenencia de la familia Fortuniones.
Podemos observar una fortaleza rocosa e
inexpugnable quedando pocas estructuras en pie como la base la muralla y acceso
a dos recintos diferentes a su derecha e izquierda que estaban coronadas por torreones.
La imaginación nos hará viajar igualmente a esa época.
Subimos por el caminito acondicionado frente a los montes en forma de concha, la Peña de Valvacado e iglesia de San Nicolás.
Los tejados aún conservan la nieve de
primavera.
Encontramos las escaleras labradas en roca originales con un cartel de subida peligrosa.
El acceso está acondicionado con unas
barandillas y escaleras metálicas empinadas.
También encontramos parte de una de las
torres y un arco entre dos peñas como acceso a otra torreón.
Las vistas son fantásticas bajo las peñas desde los miradores.
Al fondo el desfiladero por donde pasa el
río Oroncillo.
Continuamos la visita del castillo y a la derecha están las escaleras que conducen a otro recinto.
Las vistas van mejorando a medida que
cogemos altura.
Seguimos por su estructura original hasta llegar a las pocas paredes de la última torre.
Y nos entretenemos entre las vistas sobre la
escalera aérea y empinada.
Esta vez los buitres leonados no vuelan sobre los riscos ni los caballos losinos cabalgan libres en las montañas y el tiempo amenaza ventisca, así que no continuamos la subida al pico el Castillete (1.038 m.) y a la Fortaleza de Santa Engracia que dejamos para otra ocasión. Descendemos antes de que vuelva a nevar.
Volvemos contentos porque justo nos ha respetado la visita una ventana de buen tiempo.
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